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martes, 6 de septiembre de 2011

De mil amores


En esta ocasión, me uno a la iniciativa De mil amores de Sarai Llamas; quien comenta en su blog:    
Porque muchas veces los padres que optamos por criar en el respeto a nuestros hijos no nos sentimos respetados y se nos juzga demasiado a la ligera. Se nos acusa de “mal criar” y de “viciar” a los niños, cuando lo que hacemos es preocuparnos por su educación y por su futuro. 


La iniciativa De mil amores busca llegar a 1,000 fotos pro crianza con apego (si conseguimos más mucho mejor): dando el pecho, practicando el colecho, porteando… amando. Estas fotos serán publicadas en este blog con el fin de crear una gran galería internacional de Crianza. Juntos lanzaremos el mensaje de que somos cada vez más los que nos decidimos a crecer a nuestros hijos de un modo respetuoso. Y como una imagen vale más que mil palabras, mil imágenes equivalen a un millón de palabras…
Si deseas saber más de la iniciativa te invito a visitar el blog, y en específico su Presentación.



¡Me declaro culpable!

Fui la mujer más feliz del mundo (no es una exageración, se los juro que no) cuando supe que estaba embarazada. 



Creo que como la mayoría de mi generación, viví engañada con respecto al embarazo, parto,  posparto, lactancia y crianza. Mi madre nos tuvo a mi hermano y a mí por cesárea; ella tuvo un accidente de joven con doble fractura de pelvis y creo que por eso le dijeron que no podía tener a mi hermano y posteriormente a mí más que con cesárea. Si bien ella nos alimentó con leche materna, dudo que fuera a demanda y/o prolongada. El modelo de crianza fue totalmente conductista y hasta autoritario. No lo voy a negar, por muchos años renegué, pero ahora me doy cuenta que no debo juzgar a mis padres, yo estoy segura que todo lo que hicieron fue pensando en darme lo mejor y creyendo que era su mejor opción.


Crecí teniendo miedo al parto. Como lo he dicho, mi mamá nos tuvo por cesárea; mi cuñada tuvo a mi sobrina por cesárea y mis amigas aún no tienen hijos. Los medios de (des)información pintan la mayoría de los partos como algo muy doloroso, casi imposible de soportar, a las mujeres muriendo por parir, etc… ¿y así, quién no va a tener miedo de dar a luz? Es decir, a mi alrededor no había información de primera mano sobre el parto. Por idiota (porque no hay otra forma de llamarme) pensé casi toda mi vida que lo más fácil y seguro sería que cuando me tocara traer un bebé al mundo fuera por cesárea. Ya embarazada, mi ginecóloga exploraba la posibilidad del parto y yo para mis adentros decía “ni loca”. En el sexto mes comencé a tener presión arterial alta y de ahí se abrió la posibilidad de que fuera por cesárea. Y pasaron los meses y la presión seguía alta, así que finalmente, Eduardo nació por cesárea.


Finalmente, decidí ignorar lo mucho o poco que me habían dicho sobre crianza y maternidad y seguir mi instinto maternal. Dejé de escuchar consejos no pedidos y opiniones emitidas a la ligera para escuchar algo mucho más intenso y profundo: las necesidades y tiempos de mi hijo.  Fue entonces que encontré que criar desde el apego me funciona a mí, a mi pareja; pero por sobre todo, a mi hijo. 

Si quieres ver mi participación en De Mil Amores; haz click aquí.

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