Me ha costado mucho tiempo y trabajo escribir este post, tal vez porque no quería reconocer que estoy muy lejos de ser perfecta.
Y es que de pronto me convertí en profesionista, esposa y ama de casa. Cuando apenas estaba aprendiendo como hacer todo esto llegó a mi vida una hermosa bendición, y no venía sola pues como dicen por ahí mi bebé traía torta bajo el brazo... Fue entonces que combiné lo que ya hacía, con un bello embarazo y el inicio de mis estudios de maestría.
Cada fin de semana está ocupado, hay que ver a la familia, salir muy de vez en cuando con los amigos, hacer las labores del hogar o las tareas que entre semana no pude realizar. En la semana queda poco tiempo para disfrutar lo que es realmente importante, apenas unos minutos para jugar con mi pequeño y cruzar algunas palabras con mi esposo... Ni que decir de aquellas cosas que me gustaban hacer (¿gustaban?, como si ya no me gustaran, quizá es la falta de tiempo)
De pronto, un día sentí que no era yo a la que vi en el espejo, que estaba transformada en alguien a quien no conocí... Y fue entonces que tomé una decisión.
Quizá nadie más entienda el camino que recorro, podrán pensar que vivo equivocada y que se esperaba mucho más de mí. Quizá tengan razón, pero no es problema mío el que hayan esperado algo que nunca quise ser.
Hoy estoy decidida a encontrarme, sino a recuperar el tiempo perdido , si a retomar el camino que me lleve hasta mi destino, el mío y no el que esperan de mí...
Hasta entonces, se despide la mujer maravilla.
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