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lunes, 28 de noviembre de 2011

Mitos del colecho (I)



Algunas de las costumbres de nuestro tiempo parecerán sin duda bárbaras a las generaciones venideras; tal vez la insistencia en que los niños pequeños e incluso los bebés duerman solos en vez de con sus padres
Cari Sagan, The Demon-Haunted World


No hace mucho les contaba nuestra experiencia de colecho y cómo fuimos “cayendo en la tentación” de que Eduardo durmiera con nosotros cuando no paraba de llorar. Si nos ponemos estrictos, pareciera que estábamos haciendo algo prohibido o perjudicial para nuestro pequeño. Sin embargo, no somos los primeros ni los únicos. Aun cuando no somos tantos como debiéramos serlo, son muchos los padres que deciden meter a sus hijos a la cama grande; ya sea porque es lo más agradable o porque es lo más práctico. Pero la presión es muy grande y el entorno consigue que esos padres, como nosotros, nos sintamos culpables pensando que está mal. 

Para nosotros, que hemos sentido esa culpa por apapachar a nuestros pequeños, Carlos González nos regala unas palabras de aliento:
Pues no, no están haciendo nada mal. Están haciendo lo mejor para su hija (lo único que la calma) y también lo mejor para ellos (lo único que les permite descansar. ¿A quién molesta, entonces, que hayan tomado libremente esta decisión?
Se hace creer a los padres que dormir con su hijo (el colecho) es malo para el niño. Lo aplastarán, le causarán insomnio para toda la vida o le producirán algún grave y misterioso trauma psicológico. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
Y es a partir de esta pregunta que González busca desmentir los peligros y mitos del colecho.

¿El colecho produce insomnio?

Después de analizar varios estudios en los que se afirma que el colecho puede producir insomnio, el autor de Bésame mucho afirma que “la explicación más razonable de la asociación entre problemas del sueño y el colecho no es que el colecho produce problemas del sueño, sino la contraria: en una sociedad en que el colecho está generalmente mal visto, los padres recurren a él sólo cuando han fallado otros métodos para hacer dormir al niño”. 

Yo no sé de estudios, pero conozco nuestra experiencia familiar y concuerdo con lo leído. Antes de llevar a Eduardo a nuestra cama, intentamos de todo; el bebé ya había comido, estaba limpio, cobijadito, pero aun así no podía dormir. No creo que le resultara más cómodo nuestro colchón per se, sino todo lo que encontró en él: el calor de mamá y papá, las caricias y la seguridad de que ni esa noche, ni nunca, se encontrara solo.

¿El colecho causa problemas psicológicos?

Hay muy pocos estudios que traten la relación entre ambos factores. Y los resultados indican que los niños que habían dormido con sus padres no mostraban ningún efecto perjudicial con relación a los que no lo habían hecho.

¿El colecho causa muerte súbita?

Me hubiera gustado estar informada sobre este aspecto cuando Eduardo era más pequeño. La muerte súbita era algo que a mí me ponía muy muy muuuuuy nerviosa, pero a mi marido realmente le daba pánico (y siendo sincera, aún le causa conflicto aunque Lalo ya esté más grandecito).  Y es por esta especial inquietud que me permito transcribir tal cual esta sección para no omitir algo que a alguna mamá o papá le resulte interesante conocer.

Hace dos siglos, cuando todos los niños dormían con sus padres, algunos amanecían muertos. Se decía que sus madres les habían aplastado sin querer; se sospechaba que algunos eran niños no deseados deliberadamente asesinados. Para evitar los supuestos accidentes o para evitar que los infanticidas pudieran recurrir a tan fácil justificación, los médicos y a veces las leyes prohibieron que los niños durmieran en la cama de sus padres.

Para sorpresa general, algunos niños seguían muriendo durante el sueño, aunque durmiesen en su cuna y nadie les pudiera asfixiar. Hoy llamamos a este problema «síndrome de la muerte súbita del lactante»; pero hace apenas unas décadas, el término habitualmente usado tanto por los padres como por los médicos era «muerte en la cuna». El 90 por ciento de estas muertes ocurre durante los primeros seis meses; el resto, entre los seis meses y el año.

No se sabe cuál es la causa exacta de la muerte súbita, pero sí se conocen varios factores que pueden aumentar o disminuir el riesgo. Por desgracia, el riesgo no se puede reducir a cero, y algunos niños morirán hagan lo que hagan sus padres. Pero podemos evitar muchas muertes si tomamos varias precauciones sencillas. Las más importantes: poner siempre a los bebés a dormir boca arriba (boca abajo es lo peor, pero de lado también hay un cierto riesgo), no fumar durante el embarazo ni en los primeros meses (ya puestos, sería buena idea dejar de fumar para siempre; eso beneficia tanto al niño como a los padres), y no dejar al niño durmiendo solo en su habitación (es mejor que la cuna esté en la habitación de los padres, al menos los primeros seis meses). También es importante que el colchón sea duro y evitar en la cama o en la cuna los objetos blandos que pueden asfixiar al bebé, como edredones pesados, almohadas, pieles mullidas (naturales o sintéticas) o peluches. No se ha de mantener al bebé demasiado abrigado (el bebé suele necesitar un poco más de ropa que sus padres, pero no puede ponerle la camiseta térmica, dos jerseys, un pijama de franela y encima taparlo con manta y colcha en una habitación en que hay calefacción). Parece que la lactancia materna también disminuye un poco el riesgo de muerte súbita.

¿Y dormir en la cama de los padres? ¿Aumenta el riesgo, lo disminuye o no tiene nada que ver?

Algunos datos parecen indicar que, al menos en ciertas circunstancias, el colecho puede disminuir el riesgo. La muerte súbita es muy rara en Japón, donde dormir con los padres es lo más común, y también es más rara entre los emigrantes asiáticos en Inglaterra (que suelen practicar el colecho) que entre los ingleses nativos. Además, en los estudios de laboratorio, los bebés que duermen con su madre tienen un sueño menos profundo, lo que se piensa que podría ser beneficioso.

Diversos estudios de casos y controles en Nueva Zelanda y en Inglaterra encontraron que cuando la madre no fuma, el riesgo de muerte súbita es exactamente el mismo si el niño duerme en la cama de los padres o en su cunita al lado. Si el bebé duerme solo en otra habitación, el riesgo se multiplica por cinco o por diez.

El tabaco aumenta mucho el riesgo de muerte súbita del lactante. Fumar durante el embarazo ya aumenta el riesgo, aunque luego se deje de fumar (pero si se sigue fumando, es todavía peor). En casa de un bebé no deberían fumar tampoco otras personas.

Por motivos todavía no bien conocidos, el riesgo del tabaco se potencia con el colecho. En el estudio británico, probablemente el mejor diseñado para analizar este problema, fumar y dormir separados multiplica el riesgo por cinco, pero fumar y dormir juntos multiplica el riesgo por doce.

Por tanto, la mejor solución es no fumar. La madre que no fuma ni ha fumado durante el embarazo puede dormir con su hijo todo lo que quiera, sin ningún peligro. Además de prevenir la muerte súbita del lactante, no fumar tiene muchas otras ventajas para la salud de la madre y de su hijo.

Si la madre fuma o ha fumado durante el embarazo, sería prudente no dormir con el bebé durante las primeras catorce semanas (después de esta edad, el colecho ya no aumenta el riesgo, ni siquiera fumando). Puede dar el pecho en la cama y ponerlo en su propia cunita, junto a la cama de los padres, cuando se duerma.

El hallazgo de que el colecho se asocia con la muerte súbita cuando la madre fuma fue recibido con gran alegría por todos aquellos que tenían prejuicios contra el colecho. En vez de decir que el colecho es «malo» o «inmoral», ahora podían usar un argumento médico, que parece mucho más serio. Pero a muchos se les ve el plumero. Algunos prohíben el colecho en cualquier ocasión, olvidándose de informar a las madres de que si no fuman ni han fumado durante el embarazo, no hay ningún peligro. Otros admiten el colecho, pero sólo durante las primeras semanas (precisamente cuando hay peligro). Casi todos se olvidan de advertir que durante los primeros meses, tanto si la madre fuma como si no, dejar al niño solo en otra habitación es peligroso.

Muy pronto seguiré compartiendo otros mitos relacionados con el colecho, así como los beneficios de practicarlos y la experiencia de nuestra familia.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

jueves, 24 de noviembre de 2011

Jueves trovero: Quizás tal vez

Aquí mi aportación al Jueves Trovero, una canción que me gusta mucho de un gran artista mexicano.


Quizás tal vez
Autor: Gerardo Peña

Quizás tal vez
si fueras a venir
se iría todo el gris
del miedo.8br />
No sé quizás
podría hasta cantar
dejarme de rascar
el suelo.

Tal vez si un día
Regresaras aquí
le gritaría al mundo entero tu amor.
Y por las calles brincaría feliz
como esos tontos que no saben del dolor.

No sé si yo
te viera una vez más
podría recor`ar
el cielo.

Tal vez si un día
regresaras aquí
le gritaría al mundo entero tu amor.
Y por las calles brincaría feliz
como esos tontos que no saben del dolor.

Quizás tal vez
si vuelves junto a mí
me baste con oír:
lo siento.

 




Conoce más de Gerardo Peña en Trovadictos 






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jueves, 17 de noviembre de 2011

Jueves trovero: Parte del show



¡Qué mejor canción que ésta de Lazcano Malo cuando te sientes hecho trizas pero sabes que, al menos frente a los demás, el show debe continuar!




Parte del show
Autor: César Lazcano

Otra vez guitarra estamos solos tú y yo
Ella se fue y no volverá, ya sé que ya no toco igual,
Que no puedo cantar como cuando ella estaba.

Pero otra vez guitarra estamos solos tú y yo
Y el show debe de continuar y nadie debe de notar
La triste soledad que me acompaña el alma.

Saldré al escenario a dar lo mejor
Con todas las ganas, con todo mi amor
Aunque no se pueda ocultar mi dolor
Lo maquillaré como a mi corazón.

Con una sonrisa daré mi actuación
Con una sonrisa como los artistas frente al reflector
Con una sonrisa daré el corazón.
Y si alguien pregunta cuál es la razón
De que en ciertas frases se quiebre mi voz
Diré que es actuación, que todo es parte del show.

Otra vez guitarra estamos solos tú y yo
Y el público esperando está
No se le puede defraudar
Así que vamos ya, subamos a las tablas.

Saldré al escenario a dar lo mejor
Con todas las ganas, con todo mi amor
Aunque no se pueda ocultar mi dolor
Lo maquillare como a mi corazón.

Con una sonrisa daré mi actuación
Con una sonrisa como los artistas frente al reflector
Con una sonrisa daré el corazón.
Y si alguien pregunta cuál es la razón
De que en ciertas frases se quiebre mi voz
Diré que es actuación, que todo es parte del show.







Conoce más de Lazcano Malo aquí.








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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Colecho: Nuestra experiencia




Antes de que mi hijo naciera, su habitación estaba completamente lista. Pintada en azul a dos tonos y estrellas fluorescentes, con varios juguetes que nos regalaron en los baby shower, toda su ropita lavada y sin etiquetas perfectamente acomodada por talla en la cajonera, con un piso de goma comodísimo en el que podría jugar cuando creciera un poco, con una linda cuna que nos heredaron, con un juego de cama verde de ranita.  Como él era pequeñito, la cuna le quedaría muy grande, así que dormiría en su bambineto, dentro de la cuna, y acomodado con un almohadón triangular en cierto ángulo para evitar que se ahogara por la noche. Ojalá que como nos ocupamos de su habitación nos hubiéramos ocupado de escuchar más nuestra naturaleza.
 

Desde el primer día que llegamos a casa mi hijo durmió solo en su habitación. Ahora lo escribo y no lo creo. Pero así fue. No es que alguien en particular nos lo dijera, pero él debía tener su habitación, su propio espacio; ya saben “porque el bebé debe adaptarse a la vida de sus padres” y no venir a revolucionarla…. ¿pero qué no desde el mismo instante que supimos que estábamos embarazados nuestra vida dio un giro de 180°? El caso es que en ese entonces no me di cuenta de la incoherencia.


No dejaré de reconocer que mi esposo no dio queja alguna los primeros días (ni después) en que en la madrugada el niño se despertaba llorando. Como Eduardo nació por cesárea yo no podía pararme de la cama para atenderlo de inmediato.  Así que su papito le cambiaba el pañal, le daba el biberón, lo cargaba y apapachaba hasta que se volviera a dormir y volvía a dejarlo solito en su cuna. Poco a poco también me tocó levantarme en las noches a atender a mi bebé. Y de ahí en adelante era como la típica escena de película… Nadie descansaba bien ni un solo día: levantarse a cada momento para ver que el niño estuviera bien cobijadito, prepara el biberón, tratar de convencernos el uno al otro de que era su turno ir a atenderlo.


Conforme el recién nacido fue creciendo, el llanto no cesaba. Eduardo exigía el calor de sus padres. Sentirse acompañado, seguro y amado no sólo de día sino también de noche. Y aun cuando creíamos haber satisfecho todas sus necesidades, él seguía llorando. Entonces, fuimos “cayendo en la tentación” y lo acostamos con nosotros. Mágicamente se acababan las lágrimas, comenzaba a dormir como un angelito. Así, sin saber, fue nuestro primer encuentro con el colecho. No es que Eduardo durmiera con nosotros toda la noche ni todos los días; pero sí como nuestra última opción cuando los llantos no paraban. Eso sí, cuando lo llevábamos a la cama de sus papás gozábamos tenerlo cerquita, su olor y calor transformaban nuestro lecho, pero no sabíamos por qué. Y así es como desperdiciamos prácticamente dos años por ignorancia.


Luego fue que comencé a encontrarme plenamente con mi maternidad y con un estilo de crianza más acorde a lo que sentía y quería ofrecerle a mi hijo. Descubrí que el hecho de que mi niño duerma a mi lado tiene un nombre y muchos más beneficios comprobados que el no hacerlo, de los que más adelante escribiré.


Ahora es Eduardo quien quiere dormir en su cama. Él ya no tiene una cuna, sino una cama muy bajita (de Cars) de la que puede bajarse cuando él lo decida. Casi todos los días dormimos dos y despertamos tres en nuestra cama… Porque hace ya un tiempo que dejo de ser la cama de papás y se transformó en una cama familiar.

Miércoles Mudo: ¿Qué estarás viendo?




martes, 15 de noviembre de 2011

De ausencias....

Pues bien, aquí ando de nuevo después de un poco más de un mes de ausencias...

Las razones fueron varias; desasosiego, porque no decirlo, depresión... y  la justificación más común, falta de tiempo. Pero es que cuando uno simplemente no tiene ganas, el tiempo es lo de menos. 

La verdad es que no tengo ganas de explicar estas ausencias mías; lo que sí es que tengo ganas de regresar. Regresar con más fuerza y vida para compartir con quien quiera leerme. 

Gustosa les informo que retomaré el Jueves Trovero para que sigamos compartiendo música. Cada que me sea posible participaré del Miércoles Mudo. Y me pondré a trabajar para terminar la decena de textos que están en el tintero para compartirlos por aquí.

Gracias a los que estuvieron al pendiente de mí! 








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